Algunas personas tras bajar notoriamente su peso, observan como la piel de su vientre está mucho más flácida y quieren solucionarlo. Una abdominoplastia es la solución.

Quitarse los kilos de más es una dura tarea que requiere esfuerzo y constancia; y cuando se llega al objetivo planteado suele ser una gran alegría mental (por haber cumplido nuestro objetivo) y física porque nos sentimos más ligeros y flexibles.

Pero hay ocasiones en que esa mejora de salud que supone la pérdida de peso, especialmente cuando se padece obesidad, afecta a la apariencia estética. Algunas personas tras bajar notoriamente su volumen observan como la piel de su vientre está mucho más flácida y quieren solucionarlo.

Aunque el ejercicio físico suele ser la primera opción, hay casos en los que esa flacidez es muy notable y difícil de solucionar sin pasar por un quirófano. Es en estos casos, cuando se suele optar por la abdominoplastia o cirugía de contorno corporal.

Abdominoplastia para mejorar la flacidez
Hay que tener claro que en ningún caso se trata de una operación para adelgazar, sino de una cirugía puramente estética a la que suelen acudir tanto las personas que han perdido mucho volumen como las mujeres que han tenido varios embarazos. Ya que, en ambos casos, la flacidez en la zona abdominal puede ser un inconveniente estético que puede llegar a afectar psicológicamente a quien no se siente cómodo con ese nuevo aspecto.

Una vez decidido que se desea eliminar esa apariencia de flacidez, se optará por la abdominoplastia para mejorar el estado del abdomen. Para realizarla, el médico/a valorará cuál es el problema concreto, por ejemplo si afecta a la piel o a los músculos, para indicar la operación más adecuada.

También es posible que haya que tratar en esta operación, especialmente en quienes han vivido una importante pérdida de peso, un exceso de grasa acumulada en zonas clave, como el abdomen superior y los flancos.

Qué es la abdominoplastia

¿Cómo es la operación de abdominoplastia?
La operación de abdominoplastia más completa recurre a realizar dos incisiones, una en el abdomen inferior, por encima del pubis, y otra alrededor del ombligo. A través de ellas, se retensarán los músculos y se retirará el exceso de grasa y piel, según las necesidades del paciente. Para esta operación, será necesario aplicar anestesia epidural con sedación o anestesia general.

Esta operación no presenta importantes riesgos, más que los habituales de cualquier operación (como una incorrecta cicatrización o que se produzca un sangrado).

Escrito por Rocío Gómez
29 de octubre de 2018